Cargando el Contenido del Documento | |
Por favor espere... |
PROYECTO DE ACUERDO No. 102 DE 2014 Ver Acuerdo Distrital 556 de 2014 Concejo de Bogotá, D.C. “POR MEDIO DEL CUAL SE RINDE TRIBUTO AL NOBEL DE LITERATURA GABRIEL GARCIA
MARQUEZ Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES." EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
ANTECEDENTES Y JUSTIFICACIÓN; La
muerte del Colombiano Gabriel José García Márquez ocurrida en su residencia de
México este diez y siete de abril de 2014 a los 87 años, cerró el capítulo de
la vida y obra de este ilustre ciudadano en su paso por la vida terrenal y le
abrió las puertas de la inmortalidad a
quien fuera galardonado con el premio Nobel de Literatura el 21 de octubre de
1982. Gabriel
José García Márquez nació en Aracataca
el domingo 6 de marzo de 1927, a las nueve de la mañana. El niño según
cuenta el biógrafo inglés Gerarld Martin “nació con
una vuelta de cordón alrededor del cuello -luego él mismo atribuiría su
tendencia a la claustrofobia a aquel contratiempo temprano- y pesó, según se
dijo, cuatro kilos doscientos gramos. Su tía abuela, Francisca Mejía, propuso
que lo frotaran con ron y le echaran agua bendita, por si había algún otro
percance". Garcia Marquez
vivió su infancia en casa de sus abuelos -Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán- fueron unos años felices rodeado del ambiente
tranquilo y sobrio de su terruño natal. Para el año de 1936 inició sus estudios de primaria en el Colegio de San
José, en Barranquilla y en 1940, pudo estudiar becado en el municipio
cundinamarqués de Zipaquirá,
graduándose de bachiller en el Colegio
Nacional. Fue entonces que influenciado por la lectura de libros de escritores,
como Kafka y Joyce, como el mismo García Márquez lo reconoce en su
autobiografía “Vivir para contarla” comenzó a escribir 'La casa', una novela
que más tarde se convertiría en el fundamento de la galardonada con el Nobel,
“Cien Años de soledad”. Cuenta
García Márquez en su autobiografía “Vivir para contarla”, que Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus
padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga
Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la
población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde
tuvieron a la mayoría de sus once hijos. Los
abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario
del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil
Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de
las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su
cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando
fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de
la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente
de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus
tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar
fin a su vida. Gabriel
García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori
de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson,
de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le
acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela,
sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.” Cuenta
también García Márquez en su autobiografía, que en 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en
la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo.
La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo que más lo
impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con
ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a
sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces
"una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo
contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres
fenomenales aunque éstos no estuvieran allí". El
estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su
vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer
cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80,
de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la
presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la
literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de
Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está
dentro de un gato. En la
Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a
consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente.
García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión
donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena,
donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de
sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién
fundado periódico El Universal. “Iba a
cumplir veintitrés años el mes siguiente, era ya infractor del servicio militar
y veterano de dos blenorragias, y me fumaba cada día, sin premoniciones,
sesenta cigarrillos de tabaco bárbaro. Alternaba mis ocios entre Barranquilla y
Cartagena de Indias, en la costa caribe de Colombia, sobreviviendo a cuerpo de
rey con lo que me pagaban por mis primeras notas de prensa, que era casi menos
que nada, y dormía lo mejor acompañado posible donde me sorprendiera la noche.
Más por escasez que por gusto, me anticipé a la moda en veinte años: bigote
silvestre, cabellos alborotados, pantalones de vaquero, camisas de grandes
flores y sandalias de peregrino. En la oscuridad de un cine, y sin saber que yo
estaba cerca, una amiga de entonces le dijo a alguien: ``El pobre Gabito es un
caso perdido''. Las
angustias económicas eran muchas, “de modo que cuando mi madre me pidió que
fuera con ella a vender la casa no tuve ningún estorbo para decirle que sí.
Ella me planteó que no tenía dinero bastante, y yo por orgullo le dije que
pagaba mis gastos. En el periódico no era posible. Me pagaban tres pesos por
nota diaria, y cuatro por un editorial, cuando faltaba alguno de los
editorialistas de planta, pero apenas me alcanzaba. Traté de hacer un préstamo,
pero el gerente me recordó que mi deuda ascendía a más de cien notas. Esa tarde
cometí un abuso del cual ninguno de mis amigos habrá sido capaz. A la salida
del Café Colombia, junto a la librería, me emparejé con don Ramón Vinyes, el viejo maestro y librero catalán, y le pedí
prestados diez pesos. Sólo tenía seis.” García
Marquez, a las historias, fábulas y leyendas que le
contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería
temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido
del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de
literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida,
a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la
siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que
yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna
que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que
Calderón Hermida era "el profesor ideal de
Literatura". En los
años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar
gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de
curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una
novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En
1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones. A
principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie
de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla;
su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El
"sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor
de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en
las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que
permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza
era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes
escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso
Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico. Gabriel
García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a
Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a
recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en
El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el
encabezado de "La jirafa" y firmada por "Septimus". El
biógrafo inglés Gerarld Martin reseño que “en el periódico
barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y
Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres
redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del
"sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron hasta
altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o
sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las
obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y
William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de
ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él
mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina",
que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982, al que me
referiré mas adelante: William Faulkner había sido su
maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico
literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió
contar historias. En esa
época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores
rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de
periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó
con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de
completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía
al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en
el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo
era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos. También
fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos,
edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también
un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche;
entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca,
y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía.
Por la mañana te traigo plata y me los devuelves". Los
miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz,
Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes
intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel
García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron,
entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del
Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González. Honorables Concejales; García Marquez
fue un escritor que fácilmente viajaba entre la realidad y la ficción en “Vivir
para contarla” encontré que “a
principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada
entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga
al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja
casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo
una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había
conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La
hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los
corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y
semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta
metros.” Por
estos días y con ocasión de la muerte del Nobel, el Diario El Espectador han registrado que: “En febrero de 1954
García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente
se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego
en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el
primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán. Duró
sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que
ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el
momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país,
pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un
principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel
García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo de La
hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El
coronel no tiene quien le escriba (1958). En realidad, el escritor siempre
ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez
Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas". En ese
año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la
Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso
reportaje, por entregas, “Relato de un Naufrago” el
cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que
las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera
del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y
luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital
italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale
di Cinema. Rindamos
tributo a la memoria del Nobel recordando que su obra literaria “Relato de un Naufrago” tiene un título mas
largo: “Relato de un náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa
sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las
reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el
gobierno y olvidado para siempre.” “El 28 de febrero de 1955, ocho miembros de la
tripulación del destructor Caldas cayeron al agua a causa del contrabando que
sobrecargaba el buque frente a los bandazos del viento en mar gruesa. Aunque el
gobierno del dictador colombiano Rojas Pinilla atribuyó el naufragio a una
tormenta en el Caribe, lo cierto es que no hubo tal tormenta y que la
negligencia fue la única responsable de la catástrofe. La denuncia supuso la
clausura del periódico, la caída en desgracia del marino y el exilio de Gabriel
García Márquez en París.”1 Relato
para la memoria: El destructor Caldas y su tripulación habían pasado ocho meses
en el puerto de Mobile, Alabama, a raíz de las reparaciones que se efectuaban
en el buque. Como presume el tópico, el marinero Velasco repartía su ocio entre
su nueva novia, Mary Address, y diversos métodos para
matar el tiempo con sus compañeros, como las broncas a puñetazos o las salidas
al cine. Viendo la película El motín del Caine,
los marineros colombianos experimentaron cierta inquietud ante las escenas de
una tempestad. Como si de una premonición novelesca se tratara, Velasco
albergaba recelos sobre el inminente regreso del destructor a su base en
Cartagena. Lo cierto es que, a unas doscientas millas del puerto, la sobrecarga
situada en la cubierta del buque se desprendió a causa del viento y del oleaje
y se llevó al agua a ocho marineros. La desgracia quiso que Velasco fuera el
único que alcanzara a nado una de las balsas arrojadas por el destructor.
Impotente, nada pudo hacer por sus compañeros, que se ahogaron a pocos metros
de donde él estaba. Mientras
el buque de guerra proseguía su rumbo sin detenerse (llegó a su base con
puntualidad), el náufrago esperó inútilmente que le rescataran con rapidez. En
una balsa a la deriva, desprovista de víveres, en compañía de su reloj y tres
remos, resistió durante diez días la sed, el hambre, los peligros del mar, el
sol abrasador, la desesperación de la soledad, la locura, únicamente con su
instinto de supervivencia. Aunque los aviones colombianos y norteamericanos de
la Zona del Canal pasaron muy cerca de él, no llegaron a localizarle. Tras
comprender que nadie podría ayudarle, y aun cuando deseó la muerte para dejar
de sufrir, sobrevivió contra todo pronóstico a las condiciones adversas. Aunque
cazó una gaviota no pudo llegar a comérsela, y los tiburones le arrebataron un
pez verde de medio metro que llegó a atrapar y del que sólo probó dos bocados.
Tampoco consiguió despedazar sus botas ni su cinturón para aplacar el hambre,
ni la lluvia hizo acto de presencia para permitirle beber. Se entretuvo en
comprobar, en su reloj, cómo el tiempo transcurría inexorable, y por las
noches, en una especie de delirio formado por el recuerdo y el pánico a la
soledad, conversaba con el espíritu de su compañero, el marinero Jaime Manjarrés.” Honorables
Concejales; Me gastaría el resto de la vida escribiendo sobre la vida y obra de
García Márquez, el Colombiano más ilustre de las letras en el último siglo. En
un par de años espero retirarme de este enorme trajín de la política y dedicar
mi capacidad, si Dios me lo permite a recorrer con la pluma el devenir de la
historia de tantos Colombianos que como el Nobel de Aracataca, nunca tuvo más
dinero que el necesario para subsistir hasta que un día la suerte le sonríe y
puede llevar tres comidas diariamente a la mesa. Queridos
amigos, Los hago participes de esta gloria de vivir para contarla, nada me
produce hoy mas nostalgia que recorrer el destino del
llamado “Hombre de buena Fe y bastante ingenuo, vive en su pueblo esperando
recibir el aviso de que le han concedido la pensión a la que tiene derecho por
haber servido en su juventud a las órdenes de Aureliano Buendía” La espera dura
desde hace quince años, durante los cuales el coronel no ha dejado de ir a
contemplar todos los viernes la llegada de la lancha que trae el correo y la
distribución del mismo, llevándose cada vez una decepción. En el
transcurso del último año, desde que su hijo Agustín murió acribillado a
balazos mientras repartía propaganda clandestina, el coronel y su esposa,
enferma de asma, se han visto obligados a vender los pocos objetos de valor que
tenían para poder subsistir. Subsistir ellos y el gallo, animal de pelea,
herencia de su hijo, por cuya culpa éste murió, según afirma la madre, pues fue
en la gallera donde lo mataron.” La
Justificación de este Proyecto de Acuerdo es la necesidad de recordar por
siempre y bien a Gabriel José García Márquez, escribamos esta
historia que hoy nos toca adoloridos, dejemos para la memoria el rastro
imborrable de las palabras , las letras y la vida de este hombre común que se
hizo grande por la gracia latinoamericana y caribeña, a golpe de recuerdos, de
historias de hombres y mujeres cuyo espíritu es el del sufrimiento y la
desolación causada por la tiranía, la pobreza y la marginalidad. Hombres y
mujeres que cobraron vida en la obra literaria de García Márquez y se
convirtieron en huellas vivientes de una sociedad en donde solo pueden ser
recordados a través del reflejo del Nobel. Su mejor reflejo es, él mismo, el
que en 1960 vivió seis meses en Cuba y al año
siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los
cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados
Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en
Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque,
según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista.
Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris
causa, le dieron un visado, aunque condicionado.2 El que desde
1961 viviría en México y hasta el día de su muerte ocurrida el 17 de Abril de
2014. Gabriel García Márquez se dedicó durante sus primeros años en ese país a
escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas
La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos
cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un
cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con
el también escritor Carlos Fuentes. La consagración de García Márquez vendría después
de 1967 con la publicación de su obra cumbre, “Cien años de soledad” Su autor
cuenta que se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más
horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.3 En
“Cien años de soledad” suceden historias fantásticas: pestes de insomnio,
diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que,
a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el
mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa
extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana
desde después del Libertador hasta los años treinta del siglo pasado. De ese
libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que
se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado
concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es la opus magnum de García
Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros
que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas
ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller
mundial. Honorables
Concejales; Cien años de soledad
relata el origen, la evolución y la ruina de Macondo, una aldea imaginaria que
había hecho su aparición en las tres novelas cortas que su autor había
publicado con anterioridad. Estructurada como una saga familiar, la historia de
la estirpe de los Buendía se extiende por más de cien años, y cuenta con seis
generaciones para hacerlo. Esta historia se refleja en los últimos cincuenta
años vividos en Colombia, por cuenta de los grupos guerrilleros, paramilitares
y de narcotraficantes, Macondo se refleja en Mapiripán
y en los cien municipios de Colombia que han sido golpeados por la mala hora de
la violencia, el desplazamiento masivo, las masacres, las minas antipersonales,
los asesinatos y la eliminación de comunidades organizadas. La
crónica de los Buendía, que acumula una gran cantidad de episodios fantásticos,
divertidos y violentos, y la de Macondo, desde su fundación hasta su fin,
representan el ciclo completo de una cultura y un mundo. El clima de violencia
en el que se desarrollan sus personajes es el que marca la soledad que los
caracteriza, provocada más por las condiciones de vida que por las angustias
existenciales del individuo. El
realismo mágico (también llamado lo real maravilloso) hace posible que la
objetividad de la vida material se vea matizada por la subjetividad de la
fantasía. Lo insólito (situaciones parecidas a los cuentos de hadas,
levitaciones, premoniciones, la extrasensorialidad
presente) da lugar a una atmósfera mágica que atenúa la miseria social y
humana, de forma que lo mágico subraya la dureza y desajuste de la realidad, la
violencia que domina la vida cotidiana.4 Después
del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en
Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante
las tres siguientes décadas escribiría cuatro novelas más y se publicarían tres
volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su
producción periodística y narrativa. Varios elementos marcan ese periplo: se
profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó
sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por
el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre
colocaba un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García
Márquez consideraba de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro
Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con
cinco tiros del calibre 38, presidía su estudio. Finalmente, dos de sus
compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y
Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien
años de soledad. Honorables
Concejales, deleitemos nuestra imaginación y pongámoslo en la memoria de la
gente de hoy y en la de las nuevas generaciones, el discurso pronunciado por
Gabriel José García Márquez el día que recibió el premio Nobel de Literatura.
El discurso es una pieza literaria de gran factura latinoamericana, es de
estilo nacionalista y reconoce la soledad de Latinoamérica. En la madrugada del
21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía
ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el
ansiado premio Nobel de Literatura. El discurso dice mucho que no ha sido
comprendido hasta hoy, la literatura es la única que puede llevarnos por todos
lados sin barreras de cualquier tipo, para ella no hay muro de Berlín, ni
murallas, ni alambradas, ni fronteras ni pasaportes y no hay cadenas ideológicas,
religiosas, políticas o raciales. Hagamos ese viaje maravilloso hacia la
existencia feliz, al más allá de la esperanza, realización sin límites para ser
lo que somos y lo que queremos llegar a ser. Estimados colegas, permítanme
traer a la memoria presente los primeros párrafos del discurso pronunciado por
el Nobel Gabriel José García Márquez el jueves 21 de octubre de 1982, cuando
los 18 jurados vitalicios de la Academia de letras de Suecia decidieron por
unanimidad que el hijo del telegrafista de Aracataca era en adelante el padre
de las letras de Hispanoamérica en compañía de
Gabriela Mistral (1945), Miguel Ángel
Asturias (1967) y Pablo Neruda (1971). Como una respuesta a las críticas que el
escritor les había hecho días antes, los miembro de la Real Academia Sueca
rompieron su acostumbrado y acartonado silencio y en el acta y posteriores
declaraciones no solo compararon a Gabo con William
Faulkner y Honore Balsac, sino que aclararon que con
el premio de este año no puede decirse que se le haya conferido a un escritor
desconocido. Gabriel Garcia Marquez
era el Nobel más popular de la historia. Y por eso también el más controvertido
por sus posiciones políticas a favor de los pobres. A punto que la Academia
Sueca en su declaración oficial aludió su compromiso político del lado de los
pobres y los débiles contra la opresión nacional y la explotación extranjera en
América Latina. “Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a
Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por
nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una
aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el
lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del
macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara.
Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de
camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que
encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante
enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen. Este libro
breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras
novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios
más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias
nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado,
figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma
según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna
Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el
norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a
otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos
misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas
con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el
rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la
colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de
aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio
áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el
siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril
interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la
condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso
en la región, sino que se hicieran de oro. La
independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El
general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo
enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la
llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador
durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su
uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla
presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de
El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos,
había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados,
e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de
escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza
mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas. Hace once años,
uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó
este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces
también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca
las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres
alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la
leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico
atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un
ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la
vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había
restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17
golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios
lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras
tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años,
que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los
desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si
hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala.
Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero
aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en
adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares.
Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y
hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y
voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón
600 mil muertes violentas en cuatro años.” Estimados
colegas, soy profano y así debe registrarse, nada nuevo se me debe reconocer
por esta iniciativa pues nada procuro para mi palmares ni mi ego personal, a
estas alturas de mi existencia bastante disminuido, solo quiero esbozar
ligeramente unos trazos que señalen el camino de las letras y la cultura para
que las nuevas generaciones y los de la actual, que tengan animo suficiente se
orienten por la brújula literaria de Gabriel García Márquez, diseñen su
aventuras y las hagan realidad en el tiempo y en el espacio de la
literatura. Si se requiere otro
argumento para justificar este Proyecto de Acuerdo quiero que tengan en cuenta
este fragmento de lo dicho por Gabriel García
Márquez, publicada en Retratos y autorretratos, de Sara Facio y Alicia D´ Amico: “Yo,
señor, me llamo Gabriel García Márquez. Lo siento: a mí tampoco me gusta ese
nombre, porque es una sarta de lugares comunes que nunca he logrado identificar
conmigo. Nací en Aracataca, Colombia. Mi signo es Piscis y mi mujer es
Mercedes. Esas son las dos cosas más importantes que me han ocurrido en la
vida, porque gracias a ellas, al menos hasta ahora, he logrado sobrevivir
escribiendo. Soy
escritor por timidez. Mi verdadera vocación es la de prestidigitador, pero me
ofusco tanto tratando de hacer un truco, que he tenido que refugiarme en la
soledad de la literatura. Ambas actividades, en todo caso, conducen a lo único
que me ha interesado desde niño: que mis amigos me quieran más. En mi
caso el ser escritor es un mérito descomunal porque soy muy bruto para
escribir. He tenido que someterme a una disciplina atroz para terminar media
página en ocho horas de trabajo. Peleo a trompadas con cada palabra, y casi
siempre es ella la que sale ganando. [...] ” FUNDAMENTO JURIDICO. En
lo relacionado con la expedición de normas para regular y garantizar el Patrimonio
Cultural de la ciudad, el Concejo Distrital tiene las facultades legales
establecidas en las siguientes normas: Constitución Política Nacional: Artículo 70º.- El Estado tiene el deber de
promover y fomentar el acceso a la cultura de todos los colombianos en igualdad
de oportunidades, por medio de la educación permanente y la enseñanza
científica, técnica, artística y profesional en todas las etapas del proceso de
creación de la identidad nacional. La cultura en sus diversas
manifestaciones es fundamento de la nacionalidad. El Estado reconoce la
igualdad y dignidad de todas las que conviven en el país. El Estado promoverá
la investigación, la ciencia, el desarrollo y la difusión de los valores
culturales de la Nación. Artículo 71º.- La búsqueda del conocimiento y
la expresión artística son libres. Los planes de desarrollo económico y social
incluirán el fomento a las ciencias y, en general, a la cultura. El Estado
creará incentivos para personas e instituciones que desarrollen y fomenten la
ciencia y la tecnología y las demás manifestaciones culturales y ofrecerá
estímulos especiales a personas e instituciones que ejerzan estas actividades. Artículo 72º.- El patrimonio cultural de la
Nación está bajo la protección del Estado. El patrimonio arqueológico y otros
bienes culturales que conforman la identidad nacional, pertenecen a la Nación y
son inalienables, inembargables e imprescriptibles. La ley establecerá los
mecanismos para readquirirlos cuando se encuentren en manos de particulares y
reglamentará los derechos especiales que pudieran tener los grupos étnicos
asentados en territorios de riqueza arqueológica. Decreto Ley 1421 de 1993: ARTICULO 12. ATRIBUCIONES. Corresponde al Concejo
Distrital, de conformidad con la Constitución y la ley: 1. Dictar las normas
necesarias para garantizar el adecuado cumplimiento de las funciones y la
eficiente prestación de los servicios a cargo del Distrito. 13. Regular la preservación y
defensa del patrimonio cultural. IMPACTO FISCAL. De
conformidad con lo dispuesto en el Art. 7º de la Ley 819 de 2003, por la cual
se dictan normas orgánicas en materia de presupuesto, responsabilidad y
transparencia fiscal y se dictan otras disposiciones: ARTÍCULO 7o. ANÁLISIS DEL IMPACTO FISCAL DE LAS NORMAS. En todo momento, el
impacto fiscal de cualquier proyecto de ley, ordenanza o acuerdo, que ordene
gasto o que otorgue beneficios tributarios, deberá hacerse explícito y deberá
ser compatible con el Marco Fiscal de Mediano Plazo. Para estos
propósitos, deberá incluirse expresamente en la exposición de motivos y en las
ponencias de trámite respectivas los costos fiscales de la iniciativa y la
fuente de ingreso adicional generada para el financiamiento de dicho costo. El Ministerio de
Hacienda y Crédito Público, en cualquier tiempo durante el respectivo trámite
en el Congreso de la República, deberá rendir su concepto frente a la
consistencia de lo dispuesto en el inciso anterior. En ningún caso este
concepto podrá ir en contravía del Marco Fiscal de Mediano Plazo. Este informe
será publicado en la Gaceta del Congreso. Los proyectos de ley
de iniciativa gubernamental, que planteen un gasto adicional o una reducción de
ingresos, deberán contener la correspondiente fuente sustitutiva por
disminución de gasto o aumentos de ingresos, lo cual deberá ser analizado y
aprobado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público. En las entidades
territoriales, el trámite previsto en el inciso anterior será surtido ante la
respectiva Secretaría de Hacienda o quien haga sus veces. Esta
disposición orgánica presupuestal exige que: (i) el impacto fiscal de los
proyectos de ley que ordenen gasto u otorguen beneficios tributarios deberá hacerse
explícito en todo momento y ser compatible con el Marco Fiscal de Mediano
Plazo; (ii) para cumplir esos propósitos, tanto en la exposición de motivos del
proyecto como en las ponencias de trámite respectivas, deberán incluirse
expresamente los costos fiscales de la iniciativa y la fuente de ingreso
adicional generada para el financiamiento de dichos costos, y (iii) el
Ministerio de Hacienda y Crédito Público, en cualquier tiempo durante el
trámite legislativo, debe rendir un concepto sobre la consistencia de los
mencionados costos fiscales y la fuente de ingreso adicional, de conformidad
con el Marco Fiscal de Mediano Plazo y aquel deberá publicarse en la Gaceta del
Congreso. La
Corte se ha pronunciado en varias ocasiones sobre el cumplimiento de estos
requisitos. En la Sentencia C-502 de 2007 expresó que los mismos son
instrumentos de racionalización de la actividad legislativa que tienen una
incidencia favorable en la aplicación de las leyes, en la implementación de las
políticas públicas, en el logro de un orden en las finanzas públicas y de
estabilidad macroeconómica para el país, pero no deben constituirse en medios
que cercenen el ejercicio de la función legislativa por parte del Congreso de
la República o que confieran un poder de veto al Ministerio de Hacienda y
Crédito Público en relación con el trámite y aprobación de los proyectos de
ley, pues ello vulneraría la autonomía del legislador y el principio de
separación de las ramas del poder público. Así mismo, señaló que por ser el
citado ministerio el principal responsable del cumplimiento de tales
requisitos, por razón de sus funciones y de los recursos humanos y materiales
que tiene a su disposición, su incumplimiento por parte de esa entidad no puede
determinar la falta de validez del proceso legislativo o de la ley
correspondiente. Al respecto expuso: “Evidentemente,
las normas contenidas en el art. 7° de la Ley 819 de 2003 constituyen un
importante instrumento de racionalización de la actividad legislativa, con el
fin de que ella se realice con conocimiento de causa de los costos fiscales que
genera cada una de las leyes aprobadas por el Congreso de la República. También
permiten que las leyes dictadas estén en armonía con la situación económica del
país y con la política económica trazada por las autoridades correspondientes.
Ello contribuye ciertamente a generar orden en las finanzas públicas, lo cual
repercute favorablemente en la estabilidad macroeconómica del país. De la
misma manera, el cumplimiento de los requisitos establecidos en el mencionado
art. 7° ha de tener una incidencia favorable en la aplicación efectiva de las
leyes, ya que la aprobación de las mismas solamente se producirá después de
conocerse su impacto fiscal previsible y las posibilidades de financiarlo. Ello
indica que la aprobación de las leyes no estará acompañada de la permanente
incertidumbre acerca de la posibilidad de cumplirlas o de desarrollar la
política pública en ellas plasmada. Con ello, los instrumentos contenidos en el
artículo 7 analizado pueden contribuir a la superación de esa tradición
existente en el país – de efectos tan deletéreos en el Estado Social de Derecho
- que lleva a aprobar leyes sin que se incorporen en el diseño de las mismas
los elementos necesarios –administrativos, presupuestales y técnicos- para
asegurar su efectiva implementación y para hacer el seguimiento de los
obstáculos que dificultan su cabal, oportuno y pleno cumplimiento. Así,
pues, el mencionado art. 7° de la Ley 819 de 2003 se erige como una importante
herramienta tanto para racionalizar el proceso legislativo como para promover
la aplicación y el cumplimiento de las leyes, así como la implementación
efectiva de las políticas públicas. Pero ello no significa que pueda
interpretarse que este artículo constituye una barrera para que el Congreso
ejerza su función legislativa o una carga de trámite que recaiga sobre el
legislativo exclusivamente. 35.
Ciertamente, dadas las condiciones actuales en que se desempeña el Congreso de
la República, admitir que el art. 7° de la Ley 819 de 2003 constituye un
requisito de trámite, que crea una carga adicional y exclusiva sobre el
Congreso en la formación de los proyectos de ley, significa, en la práctica,
cercenar considerablemente la facultad del Congreso para legislar y concederle al
Ministerio de Hacienda una especie de poder de veto sobre los proyectos de ley. Por
una parte, los requisitos contenidos en el artículo presuponen que los
congresistas – o las bancadas - tengan los conocimientos y herramientas
suficientes para estimar los costos fiscales de una iniciativa legal, para
determinar la fuente con la que podrían financiarse y para valorar sus
proyectos frente al Marco Fiscal de Mediano Plazo. En la realidad, aceptar que
las condiciones establecidas en el art. 7° de la Ley 819 de 2003 constituyen un
requisito de trámite que le incumbe cumplir única y exclusivamente al Congreso
reduce desproporcionadamente la capacidad de iniciativa legislativa que reside
en el Congreso de la República, con lo cual se vulnera el principio de separación
de las Ramas del Poder Público, en la medida en que se lesiona seriamente la
autonomía del Legislativo. Precisamente,
los obstáculos casi insuperables que se generarían para la actividad
legislativa del Congreso de la República conducirían a concederle una forma de
poder de veto al Ministro de Hacienda sobre las iniciativas de ley en el
Parlamento. El Ministerio de Hacienda es quien cuenta con los elementos
necesarios para poder efectuar estimativos de los costos fiscales, para
establecer de dónde pueden surgir los recursos necesarios para asumir los
costos de un proyecto y para determinar la compatibilidad de los proyectos con
el Marco Fiscal de Mediano Plazo. A él tendrían que acudir los congresistas o
las bancadas que quieren presentar un proyecto de ley que implique gastos. De
esta manera, el Ministerio decidiría qué peticiones atiende y el orden de
prioridad para hacerlo. Con ello adquiriría el poder de determinar la agenda
legislativa, en desmedro de la autonomía del Congreso. Pero,
además, el Ministerio podría decidir no intervenir en el trámite de un proyecto
de ley que genere impacto fiscal o simplemente desatender el trámite de los
proyectos. Ello podría conducir a que el proyecto fuera aprobado sin haberse
escuchado la posición del Ministerio y sin conocer de manera certera si el
proyecto se adecua a las exigencias macroeconómicas establecidas en el Marco
Fiscal de Mediano Plazo. En realidad, esta situación ya se presentó en el caso
analizado en la Sentencia C-874 de 2005 – atrás reseñada – y el Presidente de
la República objetó el proyecto por cuanto el Ministerio de
Hacienda no había conceptuado acerca de la iniciativa legal. Sin embargo,
como se recordó, en aquella ocasión la Corte manifestó que la omisión del
Ministerio de Hacienda no afectaba la validez del proceso legislativo. 36.
Por todo lo anterior, la Corte considera que los primeros tres incisos del art.
7° de la Ley 819 de 2003 deben entenderse como parámetros de racionalidad de la
actividad legislativa, y como una carga que le incumbe inicialmente al
Ministerio de Hacienda, una vez que el Congreso ha valorado, con la información
y las herramientas que tiene a su alcance, las incidencias fiscales de un
determinado proyecto de ley. Esto significa que ellos constituyen instrumentos
para mejorar la labor legislativa. Es
decir, el mencionado artículo debe interpretarse en el sentido de que su fin es
obtener que las leyes que se dicten tengan en cuenta las realidades
macroeconómicas, pero sin crear barreras insalvables en el ejercicio de la
función legislativa ni crear un poder de veto legislativo en cabeza del
Ministro de Hacienda. Y en ese proceso de racionalidad legislativa la carga
principal reposa en el Ministerio de Hacienda, que es el que cuenta con los
datos, los equipos de funcionarios y la experticia en materia económica. Por lo
tanto, en el caso de que los congresistas tramiten un proyecto incorporando
estimativos erróneos sobre el impacto fiscal, sobre la manera de atender esos
nuevos gastos o sobre la compatibilidad del proyecto con el Marco Fiscal de
Mediano Plazo, le corresponde al Ministro de Hacienda intervenir en el proceso
legislativo para ilustrar al Congreso acerca de las consecuencias económicas
del proyecto. Y el Congreso habrá de recibir y valorar el concepto emitido por
el Ministerio. No obstante, la carga de demostrar y convencer a los
congresistas acerca de la incompatibilidad de cierto proyecto con el Marco
Fiscal de Mediano Plazo recae sobre el Ministro de Hacienda. Por
otra parte, es preciso reiterar que si el Ministerio de Hacienda no
participa en el curso del proyecto durante su formación en el Congreso de la
República, mal puede ello significar que el proceso legislativo se encuentra
viciado por no haber tenido en cuenta las condiciones establecidas en el art.
7° de la Ley 819 de 2003. Puesto que la carga principal en la presentación de
las consecuencias fiscales de los proyectos reside en el Ministerio de
Hacienda, la omisión del Ministerio en informar a los congresistas acerca de
los problemas que presenta el proyecto no afecta la validez del proceso
legislativo ni vicia la ley correspondiente”. En
consecuencia con lo anterior, y siendo cierto que el Proyecto de Acuerdo puesto
a consideración del Honorable Concejo Distrital, representa costo fiscal, dicho
costo debe ser definido y apropiado por la Secretaría Distrital de Hacienda en
los términos de la Ley 819 de 2003 y conforme a las sentencias citadas. Cordialmente; JORGE DURAN SILVA CONCEJAL DE BOGOTA
PROYECTO DE ACUERDO N° DE 2014 “POR MEDIO DEL CUAL
SE RINDE TRIBUTO AL NOBEL DE LITERATURA GABRIEL GARCIA MARQUEZ Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES.”. El Concejo de Bogotá D.C., en uso de sus atribuciones constitucionales
y legales, en especial las conferidas en la
Constitución Política: Artículo 70º.- Artículo 71º.-Artículo 72º Y en
el Decreto Ley 1421 de 1993: Artículo 12. Literales
1 y 13 y las demás normas concordantes, A C U E R D A ARTÍCULO PRIMERO. – CATEDRA DE ESPAÑOL Y
LITERATURA GABRIEL GARCIA MARQUEZ.
Como tributo a la memoria, vida y obra del escritor y Nobel Gabriel José García
Márquez crease en los Centros Educativos Distritales de los niveles de primaria
y secundaria la “Cátedra de Español y Literatura Gabriel García Márquez” Esta
cátedra tendrá los mismos contenidos de la que hoy se conoce con el nombre de “Español
y Literatura” El énfasis en esta materia será la cátedra Gabriel García Márquez
cuyos estudios desarrollarán la obra literaria del Nobel Colombiano Gabriel García
Márquez. PARAGRAFO. Los Centro Educativos organizarán cada año el 21 de octubre el
concurso anual de literatura Gabriel García Márquez, como escenario propicio
para que los estudiantes con la orientación de sus profesores de español y
literatura exploren y den relevancia a las aptitudes literarias del
estudiantado. ARTICULO SEGUNDO. PARQUE DE LA INDEPENDENCIA GABRIEL GARCIA MARQUEZ. En adelante el Parque de la Independencia se
denominará “PARQUE DE LA INDEPENDENCIA GABRIEL GARCIA MARQUEZ”,en este sitio se colocará una estatua del Nobel. ARTÍCULO TERCERO.- La Secretaria Distrital de Hacienda queda facultada
para realizar las operaciones presupuestales necesarias para darle cumplimiento
a lo dispuesto en el presente acuerdo. ARTÍCULO CUARTO. VIGENCIA. El presente acuerdo rige a partir de su publicación. PUBLÍQUESE Y CUMPLASE
Con el fin de que
surta el trámite correspondiente me permito radicar ante este despacho el
proyecto de acuerdo "
POR MEDIO DEL CUAL SE
RINDE TRIBUTO AL NOBEL DE LITERATURA GABRIEL GARCIA MARQUEZ Y SE DICTAN OTRAS DISPOSICIONES", de mi
autoría. Cordialmente, JORGE DURAN SILVA CONCEJAL
DE BOGOTÁ Anexo:
Lo enunciado en (30) folios NOTAS
DE PIE DE PÁGINA 1Publicado por
entregas en El Espectador de Bogotá en 1955 y más tarde en libro (en 1970). 2Notas publicadas por el biógrafo inglés Gerarld
Martin 3Tomado de la autobiografía “Vivir para
contarla” 4Comentario de Pablo Neruda en TV
Chilena, Charla entre Neruda y Garcia Marquez. Emitida en 1982 |